(ANS – Negombo) – Cerca del 40% de los menores involucrados en los conflictos armados son de sexo femenino. Sin embargo de las niñas y de las muchachas soldado no se habla jamás. Víctimas, igualmente como ellas los coetáneos hombres, necesitan de cuidado y ayuda una vez terminado el conflicto. En Sri Lanka, las Hijas de María Auxiliadora se ocupan de ellas.
La vida de las niñas soldado es mucho más dura y su rol es múltiple. Pequeñísimas apenas apresadas, hacen de marmitones para los soldados, cocinan, recogen las provisiones y una vez que llegan a la pubertad, se las obliga a casarse con el jefe de los guerrilleros. Otras se convierten en esclavas de los soldados que abusan de ellas y otras desempeñan un rol activo combatiendo en la guerrilla, haciendo de espías y convirtiéndose en informadores.
Los problemas para estas jóvenes mujeres no terminan con el fin de la guerra, antes al contrario. Una vez regresadas a sus pueblos, estas chicas, a veces con hijos enseguida, son excluidas de las mismas familias y continúan a agrandar sus dificultades psicológicas y físicas como consecuencia de los conflictos.
En Sri Lanka destrozado por una guerra civil que ha durado 25 años, el conflicto iniciado en 1983 y terminado en 2009, ha generado más de doscientos ochenta mil refugiados de guerra, la mayoría jóvenes. “«Una vez terminado el conflicto –cuenta sor Maryann Fernando directora de la casa María Auxiliadora en Negombo al sur de Sri Lanka- el gobierno buscaba desesperadamente algún organismo no gubernamental que les ayudara a recobrar la propia estimación, ocupándose de ellos. Punitha Nayagam, abogado líder de Vavuniya y su amigo Alexander magistrado juez contactó con los dirigentes eclesiásticos pidiéndoles que abrieran una casa, a fin de que se ocuparan de los muchachos huérfanos de guerra para rehabilitarlos. Y nosotras aceptamos.
En varias ocasiones las FMA fueron presionadas para que aceptaran determinadas muchachas, pero la comunidad insistió en mantener su autonomía y respetar el propio carisma: “Al principio nos pidieron que hiciéramos algún cambio en el sistema de admisión (…)Querían absolutamente que nos encargáramos de las chicas que ellos nos confiaban, pero nosotras hemos decidido aceptar a las jóvenes más vulnerables, las verdaderamente pobres y marginadas. Hemos activado también una breve permanencia en casa donde las niñas, que no conseguían localizar a los padres, permanecían hasta que se encontraba a la familia de origen”.
En la “Casa para chicas combatientes y ex soldados” de Vavuniya, gestionada por las fma hay 173 chicas. De éstas, 77 frecuentan los cursos del VI al XIII, y 80 son huérfanas. La más joven tiene 3 años y está en jardín de infancia. Una chica estudia en la universidad, 20 siguen cursos profesionales y 2 el curso de fisioterapia. Diez, entre las mayores, trabajan.
“El rendimiento escolar de las chicas acusa mucho las consecuencias de la guerra y para todas ellas existe un sistema de tutor. (…)los traumas sufridos durante la guerra han dejado secuelas indelebles: muchas sufren trastornos psíquicos ligados a la depresión. Otras tienen heridas de guerra mal curadas que se arrastran desde hace años”.
Las iniciativas de las FMA se dirigen a cuidar la salud física y psíquica, la educación y la formación espiritual, además hay activas colaboraciones con otras realidades no gubernamentales internacionales, tales como la Cruz Roja Internacional, Unicef y World Food Program y nacionales como SHADE y SEED, Social Economical and Environmental Developer, que colaboran semanalmente con la Don Bosco Children’s home.
La experiencia de la FMA en Sri Lanka fue presentada por sor Mary Ann Fernando en el curso de la última edición de las Jornadas de Espiritualidad de la Familia Salesiana.