VATICANO (ACI/EWTN Noticias).- El Papa Benedicto XVI afirmó que de la participación de los fieles en la Eucaristía nace y se renueva la capacidad de compartir tanto la vida como los bienes materiales, cargar los pesos de los demás, así como de ser hospitalarios y acogedores.
En sus palabras previdas al rezo del Ángelus, frente a los miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, el Santo Padre señaló que la festividad del Corpus Domini, que en muchas partes del mundo se celebra este domingo, renueva cada año “en los cristianos el gozo y la gratitud por la presencia eucarística de Jesús en medio de nosotros”.
Benedicto XVI señaló que la oración de la adoración Eucarística “se puede cumplir ya sea personalmente, permaneciendo en recogimiento ante el tabernáculo, o de forma comunitaria, también con salmos y cantos, pero siempre privilegiando el silencio, para escuchar interiormente al Señor vivo y presente en el Sacramento”.
El Papa también expresó su conmoción por los numerosos templos del norte de Italia que fueron gravemente dañados por el reciente terremoto en la localidad de Emilia Romagna, y lamentó el hecho de que “también el Cuerpo eucarístico de Cristo, en el tabernáculo, ha permanecido en algunos casos bajo los escombros”.
“Con afecto rezo por las comunidades, que con sus sacerdotes deben reunirse para la Santa Misa al abierto o en grandes carpas. Les agradezco por su testimonio y por cuanto están haciendo a favor de la entera población”.
Benedicto XVI indicó que la difícil situación por la que pasan aquellos fieles “hace resaltar una vez más la importancia de estar unidos en el nombre del Señor, y la fuerza que proviene del Pan eucarístico, llamado también ‘pan de los peregrinos’”.
El Papa encomendó a los fieles a la Virgen María para que, “por su intercesión se difunda y crezca en cada comunidad eclesial una autentica y profunda fe en el Misterio eucarístico”.
“La Virgen María es maestra también de esta oración, por que nadie mejor que ella ha sabido contemplar a Jesús con una mirada de fe y acoger en el corazón las intimas resonancias de su presencia humana y divina”, señaló.