El voluntariado misionero juvenil a través de ONG salesianas es una realidad muy generalizada en toda la Congregación. Los jóvenes que participan provienen de diferentes países, viven experiencias diversas, pero tienen dos cosas en común: el deseo de servir a los demás y un encuentro con algún salesiano que los dirige hacia las experiencias formativas que nunca olvidarán
Las vacaciones siempre son un periodo propicio para el voluntariado misionero. Los jóvenes se preparan a conciencia en ONG salesianas en sus lugares de origen para ser enviados a hacer el bien y compartir la alegría de Don Bosco con los más desfavorecidos. Sin embargo, también hay quienes dedican un año de sus vidas a esta vivencia que, sin duda, siempre marca su camino de fe y el resto de sus vidas.
La joven portuguesa Madalena Potes desarrolla su voluntariado en la misión salesiana de Gumbo (Sudán del Sur): “Cuando vine a la misión quería dar un buen ejemplo de fe. Como voluntaria salesiana quería transmitir el mensaje de amor y perdón de Dios a través del sistema de la alegría de Don Bosco. Al final sentí que me dieron más de lo que di. He aprendido mucho. Esta experiencia ha cambiado mi vida. Llenó mi corazón”.
“Nunca vi nada de miserable en esas casas sin terminar, en los caminos de tierra o en cualquiera de los niños descalzos. No. Allí vi mi barrio, mis vecinos, mi pueblo”
A pesar de ser rubia y tan diferente a ellos, comenta Madalena, “fui aceptada como una del barrio. Me abrieron la puerta de la casa, me invitaron, me confiaron sus hijos, que a su vez me enseñaron su cultura”.
La voluntaria, enviada con el Programa Don Bosco-Proyecto Vida, reconoce que si pudiera volver atrás, “no diría más que vine para ayudar, pero yo diría en primer lugar, gracias, porque con la familia que vive conmigo entendí lo que es la vida, aprendí a seguir a Don Bosco y encontré a Dios“.
Fuente: Misiones Salesianas