(ANS – Schio) – Durante su reciente Visita de Animación a la Inspectoría del de Italia Noreste (INE), el Rector Mayor, P. Ángel Fernández Artime, participó en un momento de oración en la casa salesiana de Schio, lugar de nacimiento del Padre Luis Bolla, el gran misionero salesiano entre los indígenas de la selva amazónica. Fue una celebración sencilla, pero sentida y muy profunda, realizada en el lugar donde el Señor le hizo llamada al joven Luis por primera vez y que nos recuerda que “la Familia Salesiana no pasa por grandes edificios, sino por la presencia de salesianos que se consumen y se dedican a los marginados”.
Todas las noches, el P. Bolla escribía su diario del día en un cuaderno. En estos escritos se pueden encontrar muchas de sus oraciones, que son verdaderas conversaciones con el Señor que simples oraciones. En Schio, en presencia del Rector Mayor, se rezó recordando el llamado, la misión y la preparación a la muerte del P. Bolla, con sus propias palabras, las palabras de “Yankuam” (es decir, “lucero del crepúsculo que ilumina el camino”), como fue llamado por los indígenas Achuar, para ser su guía.
Siguiendo el ejemplo de Don Bosco, el P. Bolla había aprendido que en el oratorio se podía ser amigo de Jesús y de María. Su primera acción cuando entró en el oratorio fue una visita a su amigo Jesús.
Escribió en uno de sus diarios: “Tenía 12 años cuando escuché con absoluta certeza que el Señor me llamaba a ser sacerdote. En agosto de 1944, al entrar en la capilla del oratorio entre muchos compañeros que hacía mucho ruido, oí la voz de Jesús diciéndome claramente: serás misionero en la selva entre las tribus indígenas y darás mi Palabra a esa gente. Caminarás muchísimo durante toda tu vida”.
Y cuando partió para la misión, se dijo: “Señor, dejo a mi querida familia, a mis amigos, mi tierra, mis lindas montañas, solo por ti y por hacerte conocer a mucha gente que aún no ha tenido la gracia de conocerte. Pongo todo en tus manos. Tú lo harás todo bien”. Y partió feliz.
El P. Bolla basó su experiencia misionera en tres pilares:
- No voy a adquirir tierras, ya que las tierras son de los Achuar. Tampoco pretendo tener construcciones ni internados.
- Viviré simplemente como huésped en territorio Achuar. Que se me permita vivir al estilo de los Achuar. Vestido, comida, casa, trabajo como el pueblo Achuar, sin perder mi identidad de sacerdote y de religioso.
- Pondré toda mi confianza en la Providencia del Señor, que me dará lo necesario al entregarme totalmente por el Reino de Dios. Y, por esa razón, renuncio al apoyo económico de la Congregación Salesiana y del Vicariato Apostólico.
Como verdadero Hijo espiritual de Don Bosco, en sus últimas oraciones decía: “Qué gran alegría me da confiar en estos tres puntos: la Eucaristía, Nuestra Señora, el Papa“.
Antes de morir, escribió entre otras cosas una bella oración que concluye: “Señor Jesús, miro tus ojos y te amo… Jesús y María quédense conmigo y con todos… Quédate siempre en tu Iglesia, que has fundado. Gracias Jesús. Tú recogerás mi último suspiro, juntamente con María, tu Madre y nuestra Madre. Quédate, Jesús, conmigo y con todos nosotros, que la tarde está cayendo”.
