¡Queridos amigos!
Durante los próximos 12 meses presentaré una serie de artículos con el tema de Don Bosco y la realidad digital y virtual. Este mes de septiembre comparto con ustedes la primera parte de la serie, titulada:
“Juan Bosco: visión y educación desde la infancia, raíces de un gran comunicador”.
En este primer artículo, me centro en cómo las artes y los juegos tuvieron un papel decisivo e importante en la educación de Juan Bosco en su niñez y adolescencia.
Así como el arte y el juego fueron muy importantes para Don Bosco como comunicador, creo que siguen teniendo un papel central en la vida de los jóvenes a través de los medios digitales y las redes sociales.
Vayamos juntos para descubrir cuándo y cómo Don Bosco comenzó a abordar las artes y los juegos y cómo desarrolló sus habilidades comunicativas.
Una clave necesaria para ayudarnos a responder esta pregunta es volver a su infancia y adolescencia. Sus habilidades para la comunicación tienen sus raíces en las artes y las relaciones que desarrolló cuando era niño en su ciudad natal de Castelnuovo d’Asti, cerca de Turín.
Juan Bosco creció teniendo a su madre, Margarita, como guía y mentora. A través de su amor, cuidado y profunda fe, estaba preparado para expresarse plenamente y hacer todo lo posible para administrar su vida y crecer artística y espiritualmente como ser humano.
En primer lugar, me gustaría enfatizar cómo las artes y las relaciones de su infancia contribuyeron en gran medida al desarrollo de las habilidades comunicativas de Juan Bosco.
En la historia de su vida representada en las MEMORIAS DEL ORATORIO, Don Bosco describe de manera muy sencilla y transparente lo que le gustaba hacer y cómo desarrollaba sus destrezas en el campo de la música, del juego, teatro, sastrería, así como sus habilidades en las relaciones sociales y el liderazgo entre sus amigos.
Él dice en términos simples cuánto le gustaba la música, ¡y también su talento para el canto!
“Como yo también tenía buena voz, él me enseñó música” (Juan Roberto, el sastre). “En unos meses pude subir al coro de la iglesia y tocar con él piezas de música sacra”. (Memorias del Oratorio MO p. 49)
El arte de la música y el entretenimiento es una verdadera escuela donde el individuo se abre y comienza un viaje interior. A través de la música, el pequeño Juan Bosco respondió a su gran deseo de expresarse, de seguir la voz de su corazón, de dar espacio a su imaginación y creatividad.
Ante la necesidad de aprender música, se dio cuenta de la importancia de la disciplina: cantar requería compromiso, al igual que aprender a tocar el piano. Comenzó a comprender que las cosas pasan gradualmente, que aprender es el encuentro entre la pasión interior y la disciplina, la intuición y las reglas, el talento y los pasos necesarios para cultivar algo nuevo.
Esta conciencia educativa implícita fue importante para Juan Bosco. Fue entonces cuando empezó a aprender que todo en la vida requiere talento, creatividad, compromiso y formación.
Además de la música, comenta sobre su habilidad con los juegos. Curiosamente, describe cómo la música, los juegos, el teatro eran cosas que hacía en medio de sus estudios. Todo esto nos muestra cómo Juan Bosco empezó a desarrollar en sí mismo la disciplina. A esto se suma la conciencia que tuvo sobre la importancia de realizar todas las actividades físicas, artísticas, espirituales y de estudio. Él dijo que:
“En medio de mis diversos estudios y entretenimientos, como canto, sonido, declamación, teatro, en los que participaba de todo corazón, también había aprendido varios otros juegos. Cartas, tarot, balas, fichas, muletas, saltos, carreras, eran diversiones del más alto gusto, en las que, si no era famoso, ciertamente no era mediocre” (MO p. 66).
El gran interés y dedicación de Don Bosco por el juego demuestra algo más que su capacidad y su forma de educar.
Escribiendo sobre la importancia de los juegos en Juan Bosco, el P. Arthur J. Lenti, SDB, (2014) dice que
“Don Bosco no solo reconoció la utilidad de los juegos para el tiempo libre, sino también para el desarrollo integral de los jóvenes. Para él, educar significaba ayudar al joven a madurar. El juego es una actividad necesaria para que los jóvenes alcancen la madurez. Les ayuda a sublimar ciertas inclinaciones, a conocerse a través de la competencia y a reconocer y controlar sus propios impulsos” (Don Bosco, Historia y Espíritu, vol 1, p. 99).
Al aprender música, actuar, cantar y tocar, aprendió a expresarse libre y auténticamente. Al exponerse a lo desconocido de la música y a los riesgos de jugar, correr y saltar, adquirió un sentido interior fuerte y realista de lo que podía y no podía hacer.
Juan Bosco desarrolló una sensibilidad para hacer todo lo posible por alcanzar una meta, para lograr algo, lo que lo motivó a seguir adelante, a aprender más, a ser mejor.
Artes como la música, el teatro y el canto requieren que las personas revelen su verdadero yo, especialmente cuando actúan frente a otros. Son ocasiones de evaluación, apreciación, crítica y elogio. Las artes no abren ningún espacio para el disimulo ni para revelar nada de uno mismo que no sea cierto. Si las personas dicen que pueden tocar un instrumento musical, entonces tienen que poder tocarlo, demostrar que saben lo que están haciendo, de lo contrario, se abren inmediatamente a las críticas. Las artes revelan a la persona verdaderamente.
Las artes y los juegos también permiten que el individuo experimente una sensación de libertad dentro de las reglas. Para aprender música, por ejemplo, hay que seguir las reglas de la música, las “matemáticas” de la música, la lógica de los juegos, los pasos que requieren todas las artes y los deportes.
A través de las artes y los juegos, las personas expresan su imaginación creativa. Las habilidades artísticas de Don Bosco revelan gran parte de su capacidad para comunicarse. Pietro Broccardo dice (2005).
“Se puede destacar la audacia, el coraje y la imaginación creadora de Don Bosco” (Don Bosco profundamente hombre, profundamente santo, p. 7).
Desarrollando su fértil imaginación, alineada con su inspiración, la disciplina y las reglas de las diversas artes, el pequeño Juanito Bosco se embarcó en un precioso camino para desarrollarse en otras áreas, como el estudio y las relaciones humanas.
Pasando a describir sus muchas habilidades, revela una motivación importante para practicar música, artes y juegos:
“…en “Los Becchi” había un terreno de árboles, de los que sobrevive un peral que en aquel tiempo me sirvió mucho. Ataba de él una cuerda que templaba en otro algo distante, luego colocaba una mesita con la mochila y en el suelo una alfombra para mis saltos. Cuando todo estaba preparado y el público ansioso por saber las novedades del día, invitaba a todos a rezar la tercera parte del rosario y a entonar algún canto sagrado…”. (MO pág.39)
Juan Bosco era una persona extrovertida. Le encantaba acercarse a las personas, conocerlas y establecer una relación con ellas. Las artes y los juegos se convirtieron para él en formas importantes para captar una audiencia y educar a sus amigos.
Al comienzo de su vida vislumbró la importancia del lenguaje para comunicar el mensaje cristiano. Las artes se convirtieron en un lenguaje para él. Los juegos se transformaron en un método de comunicación. La interacción devino en una forma de compartir y enseñar algo. En definitiva, es la relación interpersonal la que ha acabado jugando un papel fundamental en la comunicación de Don Bosco.
Además, desarrollando relaciones con sus amigos, creció con un sentido de conocerse a sí mismo y a los demás, saber lidiar con las opiniones de los demás, cómo persuadir y saber guiar con un sentido de autoconciencia, tomar iniciativas, aprender de los errores de uno, evaluar las cosas y sentir alegría por estar en compañía de otros.
Involucrado en las artes y las relaciones, Juan Bosco comenzó desde joven a jugar con las palabras, dándoles significado, relacionando palabras con sus símbolos, desarrollando habilidades lingüísticas, conectando emociones con palabras, expresando su imaginación a través de acciones artísticas, estableciendo sus pensamientos e ideas, ganando valor para relacionarse con sus compañeros e incluso asumiendo riesgos por realizar bien cualquier cosa que hiciera artísticamente.
Atravesando estos pasos, el joven Juan Bosco se embarcó en el largo camino que lo llevó a ser un comunicador original y auténtico.
Don Bosco aprendió a comunicar a través de las artes y los juegos. Pronto se dio cuenta de que el lenguaje es la clave para comunicar. Puso su corazón en sus palabras y experimentó una sensación de belleza y alegría al hacer todas estas cosas. Tenía la visión de un misterio que lo guiaba. Esta visión se convirtió en la razón que lo inspiró desde el interior.
En el mundo digital estos aspectos son fundamentales. Y los jóvenes siempre lo recuerdan.
Padre Gildasio Mendes sdb, Consejero general de Comunicación Social