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El Papa a jóvenes: Den nuevo sabor a la vida con sal de la honradez, altruismo y caridad

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VATICANO (ACI/EWTN Noticias).- El Papa Benedicto XVI hizo un especial llamado a todos los cristianos, especialmente a los jóvenes, para dar “un nuevo sabor a la vida” con la sal de la honradez, la caridad evangélica y el altruismo desinteresado.

Así lo indicó ayer en su discurso en la ciudad de San Sepulcro que lo recibió con más de trescientos estandartes que adornaban la plaza de Torre di Berta, donde se encontró con la ciudadanía.

Antes del encuentro, Benedicto XVI visitó la catedral de San Juan Evangelista y se detuvo en la capilla de la Santa Faz para adorar el Santísimo Sacramento y venerar la estatua de madera del Cristo con la túnica.

En el discurso dirigido a la población, el Papa dijo que “los cristianos, sobre todo los jóvenes, están llamados a contraponer a la desconfianza por el compromiso político y social, la dedicación y el amor por la responsabilidad, movidos por la caridad evangélica, que requiere no encerrarse en sí mismos, sino hacerse cargo de los demás. Invito a los jóvenes a pensar en grandes cosas : ¡tened valor para atreveros! Estad listos para dar un nuevo sabor a la sociedad civil, con la sal de la honradez y el altruismo desinteresado”.

Benedicto XVI explicó además que “en nuestra época es necesario que el servicio de la Iglesia al mundo se exprese mediante fieles laicos iluminados, capaces de actuar dentro de la ciudad del hombre, con la voluntad de servir más allá del interés privado; más allá de puntos de vista parciales y particulares. El bien común es más importante que el bien de cada uno y los cristianos están también llamados a contribuir al nacimiento de una nueva ética pública”.

El Papa recordó luego, rememorando la historia local, que hace mil años los santos peregrinos Arcano y Egidio, “ante las grandes transformaciones de sus tiempos se lanzaron en busca de la verdad y el sentido de la vida, dirigiéndose hacia Tierra Santa. Al volver, trajeron consigo no sólo las piedras recogidas en el monte Sión, sino también la idea que habían concebido en la Tierra de Jesús: construir en el Alto Valle del Tíber la ‘civitas hominis’ a imagen de Jerusalén que, en su mismo nombre, evoca justicia y paz”.

Arcano y Egidio “idearon un modelo de ciudad articulado y cargado de esperanza para el futuro, donde los discípulos de Cristo estaban llamados a ser el motor de la sociedad en la promoción de la paz, a través de la práctica de la justicia”.

La idea de los santos peregrinos se convirtió en realidad, “con la perseverancia de un camino que, gracias al apoyo del carisma benedictino y más tarde de los monjes camaldulenses, continuó durante generaciones. Fue necesario un compromiso decidido para fundar una comunidad monástica y, después, en torno a la iglesia de la abadía, una ciudad”.

Esa iglesia, resaltó el Papa es “el punto de referencia, desde el que todos pueden orientarse en el camino, pero sobre todo en la vida: es una invitación a mirar hacia arriba, a elevarse sobre la vida cotidiana (…) en una tensión constante hacia los valores espirituales y la comunión con Dios, que no priva de lo cotidiano, sino que orienta y hace vivir de forma más intensa. Esta perspectiva es válida también hoy, para recuperar el gusto de la búsqueda de lo ‘verdadero’, para percibir la vida como un camino que acerca a lo ‘verdadero’ y lo ‘justo'”.

Uno de los retos a los que se enfrenta la antigua ciudad de Sansepolcro es “armonizar el redescubrimiento de su identidad milenaria con la acogida y la incorporación de culturas y sensibilidades distintas”, observó el Papa.

“San Pablo nos enseña que la Iglesia, y toda la sociedad son como un cuerpo humano, donde cada parte es diversa de las demás, pero todas contribuyen al bien del organismo”.

Benedicto XVI recordó que la basílica era “la sede de la reencontrada armonía entre los momentos de culto y de la vida cívica; el punto de referencia para la pacificación de los ánimos”.

“Así como vuestros padres fueron capaces de construir este espléndido templo de piedra, para que fuera signo y llamada a la comunión de vida, vosotros tenéis que hacer visible y creíble el significado del edificio sagrado, viviendo en paz en la comunidad eclesial y civil”.

“Mirando a vuestro rico patrimonio espiritual, !sed una Iglesia viva, al servicio del Evangelio! Una Iglesia acogedora y generosa, que con su testimonio haga presente el amor de Dios por cada ser humano, especialmente los que sufren y los necesitados”, concluyó.

Después del discurso, el Papa saludó a las autoridades y emprendió el regreso a Roma.

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