Jueves, 16 dic (RV).- Benedicto XVI presidió esta tarde las Vísperas junto a los universitarios de los Ateneos Romanos a quienes recordó que construir la propia existencia, construir la sociedad, no es obra de corazones distraídos y superficiales sino de un profundo discernimiento que favorezca la formación intelectual, la disciplina moral y el compromiso religioso. El tradicional encuentro natalicio del Obispo de Roma con los estudiantes de su diócesis en la Basílica Vaticana fue ocasión para reiterar la necesidad de un diálogo entre fe y razón sin confrontaciones sino con el ánimo de servir al hombre en su plenitud.
Tras saludar a las autoridades universitarias y a los miles de estudiantes que acudieron a esta cita, el Papa en su homilía aludió a la lectura del Apóstol Santiago, que en su invitación a ser pacientes hasta la llegada del Señor, “nos indica el camino que conduce a Belén liberando nuestro corazón de todo fermento de impaciencia y de falsas expectativas que pueden anidarse en nosotros si nos olvidamos que Dios ya ha venido y ya está obrando en nuestra historia personal y comunitaria.
La paciencia y la constancia cristiana- de la que habla Santiago- no son sinónimo de apatía o de resignación, sino virtudes de quien sabe que puede y debe construir, no sobré la arena, sino sobre la roca; virtudes de quien sabe respetar los tiempos y los modos de la condición humana y, por lo tanto, trata de no ofuscar las expectativas más profundas del alma con esperanzas utópicas o fugaces, que luego lo desilusionan.
Retomando las palabras del Apóstol Santiago en las que habla del agricultor que con paciencia espera el fruto de la tierra, Benedicto XVI reconoció que inmersos como estamos en una sociedad cada vez más dinámica, ésta invitación que habla de los ritmos del mundo rural nos puede parecer sorprendente, sin embargo, se trata de un llamado a dirigir la mirada a Dios, único y verdadero “agricultor”, el Creador de todas las cosas el “que siembra, hace crecer y trae fruto”. Por ello, “debemos ir hacia Belén- dijo el Papa- con la mirada dirigida a ese Dios paciente, y fiel, que sabe esperar, que sabe detenerse y respetar los tiempos de nuestra existencia”.
El camino hacia la Gruta de Belén es un itinerario de liberación interior, una experiencia de libertad profunda, porque nos empuja a salir de nosotros mismos y a ir hacia Dios que se hizo cercano a nosotros, que consuela nuestros corazones con su presencia y con su amor gratuito, que nos precede y nos acompaña en nuestras decisiones cotidianas, que nos habla en el secreto del corazón y de las Sagradas Escrituras. Él quiere dar ánimo a nuestra vida, especialmente en los momentos en los que nos sentimos cansados y necesitamos reencontrar la serenidad del camino y sentirnos con alegría peregrinos hacia la eternidad.
El Papa subrayó que en nuestro camino hacia la gruta el Niño que encontraremos entre María y José, es el Logos-Amor, la Palabra que da consistencia a nuestra vida- y agregó que “en Belén se encuentran el hoy de Dios y el hoy del hombre, para iniciar juntos un camino de diálogo y de intensa comunión de vida”. Un camino de búsqueda y elaboración cultural en el que Dios nos llama compartir la paciencia de construir.
“Construir la propia existencia, construir la sociedad no es una obra que pueda ser realizada por mentes y corazones distraídos y superficiales”- afirmó el Papa, pues es necesaria una profunda acción educativa y un continuo discernimiento, que debe involucrar a toda la comunidad académica, favoreciendo la síntesis entre formación intelectual, disciplina moral y compromiso religioso.
En nuestros tiempos se advierte la necesidad de una nueva clase de intelectuales capaces de interpretar las dinámicas sociales y culturales ofreciendo soluciones no abstractas, sino concretas y realistas. La Universidad está llamada a desarrollar este papel insustituible y la Iglesia se hace su convencida y activa defensora.
Benedicto XVI se refirió a las diversas iniciativas de la iglesia de Roma en su trabajo en las universidades, y puso de relieve la riqueza de las instituciones estatales, privadas, católicas y pontificias que constituyen la comunidad universitaria romana, exhortándolas a superar preconceptos y prejuicios que a veces impiden el desarrollo de una cultura auténtica.
“Trabajando en sinergia, en particular con las facultades teológicas, las universidades romanas pueden indicar que es posible un nuevo diálogo y una nueva colaboración entre la fe cristiana y los diversos saberes, sin confusiones y sin separaciones, sino compartiendo la misma aspiración de servir al hombre en su plenitud.
Al concluir, su homilía el Santo Padre se refirió a la entrega de la imagen de Maria Sedes Sapientiae que la delegación universitaria africana ha hecho a la delegación española, como un reflejo de la Cruz de las Jornadas Mundiales de la Juventud. Por ello, recordó el itinerario que esta imagen mariana realizará por todas las Universidades de España hasta en encuentro en agosto en Madrid. “Es importante, concluyó Benedicto XVI- la presencia de jóvenes universitarios preparados y deseosos de comunicar a sus propios coetáneos la fecundidad de la fe cristiana no sólo en Europa sino en todo el mundo”.