Los sacramentos son el lugar de la proximidad y de la ternura de Dios para los hombres, son la forma concreta en la que Dios piensa para venir a nuestro encuentro, para abrazarnos, sin avergonzarse de nosotros y de nuestros límites. Lo ha explicado el Papa en su discurso a los participantes del Curso sobre el Foro Interno organizado por la Penitenciaría Apostólica. Así, Francisco ha afirmado que entre los sacramentos, ciertamente el de la reconciliación hace presente con especial eficacia el rostro misericordioso de Dios, “lo concretiza y lo manifiesta continuamente, sin descanso”. Asimismo ha afirmado que no existe ningún pecado que Dios no pueda perdonar. “Solo lo que se resta a la misericordia no puede ser perdonado como quien se aparta del sol no puede ser iluminado ni calentado”, ha precisado.
De este modo, a la luz de este “maravilloso don de Dios”, el Pontífice ha subrayado tres exigencias: “vivir el sacramento como medio para educar a la misericordia”, “dejarse educar por lo que celebramos”, “cuidar la mirada sobrenatural”.
En primer lugar, el Santo Padre ha recordado que “vivir el sacramento como medio para educar en la misericordia, significa ayudar a nuestros hermanos a hacer experiencia de paz y de comprensión, humana y cristiana”. A propósito ha asegurado que la confesión no debe ser una “tortura”, sino que todos deberían salir del confesionario con la felicidad en el corazón, con el rostro radiante de esperanza, aunque a veces también bañados por las lágrimas de la conversión y de la alegría que se deriva. Además, el sacramento “no implica que se convierta en un interrogatorio pesado, fastidioso e invasivo”. Al contrario, Francisco ha afirmado que “debe ser un encuentro liberador y rico de humanidad, a través del cual poder educar en la misericordia, que no excluye, sino que comprende también el justo compromiso de reparar, en la medida de lo posible, el mal cometido”. A este punto, el Papa ha advertido que muchas veces se confunde la misericordia con ser confesores de manga ancha. “Ni confesores de manga ancha, ni confesores rígidos son misericordiosos”, ha asegurado. El confesor misericordioso “lo escucha, lo perdona, pero lo toma y lo acompañan, porque la conversión sí, comienza –quizá– hoy, pero debe continuar con la perseverancia… Lo toma consigo, como el Buen Pastor que va a buscar la oveja perdida y la toma consigo”.
En el segundo aspecto abordado por el Papa, ha exhortado a los confesores a que se dejen educar por el sacramento de la reconciliación. “¡Cuántas veces sucede escuchar confesiones que nos edifican!”, ha exclamado. Del mismo modo ha señalado que ocurre a menudo “asistir a verdaderos milagros de conversión”. Personas que desde hace meses, a veces años, están bajo el dominio del pecado y que, como el hijo pródigo, vuelven sobre sí mismos y deciden levantarse de nuevo y volver a la casa del Padre para implorar el perdón.
A propósito, Francisco ha asegurado que pueden aprender mucho de la conversión y del arrepentimiento de estos hermanos. “Ellos nos empujan a hacer también nosotros un examen de conciencia: ‘Yo, sacerdote, ¿amo así al Señor, que me ha hecho ministro de su misericordia?’ ‘Yo, confesor, estoy dispuesto al cambio, a la conversión, como este penitente, al cual he sido puesto a su servicio?’”
Para finalizar, el Pontífice ha reflexionado sobre el tercer aspecto afirmando que “cuando se escuchan las confesiones sacramentales de los fieles, es necesario tener siempre la mirada interior dirigida al Cielo, a lo sobrenatural”. De este modo, el Papa ha recordado que deben reavivar la conciencia de que ninguno ha sido puesto en este ministerio por méritos propios, ni por las capacidades teológicas o jurídicas, ni por el trato humano o psicológico.
“Todos hemos sido constituidos ministros de la reconciliación por pura gracia de Dios, gratuitamente y por amor, es más, precisamente por misericordia”, ha recordado. “Somos ministros de la misericordia gracias a la misericordia de Dios, no debemos nunca perder esta mirada sobrenatural, que nos hace verdaderamente humildes, acogedores y misericordiosos hacia el hermano y hermana que pide confesión”. Asimismo ha pedido que el momento de la escucha de la administración del sacramento también debe ser sobrenatural “escuchar de forma sobrenatural, de forma divina; respetuosa con la dignidad y las historias personales de cada uno, para que pueda comprender qué quiere Dios para él o para ella”.
Y finalmente, Francisco ha asegurado que también “el pecador más grande que viene delante de Dios a pedir perdón es ‘tierra sagrada’, y también yo, que debo perdonarlo en nombre de Dios, puedo hacer cosas más feas que las que él ha hecho”. Cada fiel penitente que se dirige a la confesión –ha subrayado– es tierra sagrada, tierra sagrada para cultivar con dedicación, cuidado y atención pastoral.