El Padre Rossano Sala Sdb fue secretario especial en el último Sínodo de los Jóvenes. Durante una entrevista remarcó que uno de los puntos centrales de la exhortación apostólica, que se hará pública el 02 de abril, es la necesidad de la Iglesia de caminar junto con los jóvenes y mostrar la voluntad de tejer nuevas relaciones con el mundo juvenil.
Usted ha dicho que el Sínodo no es solo la asamblea sinodal, sino que hay camino antes y después… ¿Dónde estamos ahora en los que se refiere a la pastoral juvenil?
En este momento, estamos esperando la exhortación apostólica del Papa. Ha habido un instrumentum laboris, que ha servido como base del trabajo sinodal; un documento sinodal, que es el fruto de la asamblea; y ahora tendremos la exhortación apostólica, que relanzará este camino sinodal que no termina hasta que llegue a cada Iglesia local. Hay que decir, en este sentido, que precisamente esta última etapa, la de recepción, ha sido uno de los grandes puntos débiles o talón de Aquiles de los sínodos. Si no hay recepción, el sínodo es como si no existiese, porque todo el trabajo tiene que tocar el cuerpo eclesial. Son significativos el lugar y la fecha elegidos por el Papa Francisco para presentar la exhortación –el 25 de Marzo, en Loreto–. Porque el sí de María es el inicio del camino y nos recuerda de manera simbólica que también nosotros vamos a empezar uno.
¿Cuáles serán los puntos centrales de ese documento papal?
Uno de los grandes temas será la sinodalidad. El propio Francisco ha dicho que el camino sinodal es el que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio. Que sin la sinodalidad el impulso misionero no será fuerte. Es una afirmación muy importante. Diría también que aparecerá la necesidad de caminar con los jóvenes, antes de hacer caminar a los jóvenes; esto es, una Iglesia en salida y en movimiento, que recupera el dinamismo juvenil. Recordemos que uno de los puntos de partida del Sínodo fue el mensaje del Concilio Vaticano II a los jóvenes, donde se dice que la Iglesia es la juventud del mundo. Recuperar esto es importante. Mostrará la voluntad de la Iglesia de tejer nuevas relaciones con el mundo juvenil, una dinámica de renovada proximidad y amistad que se profundizará en una propuesta de caminar juntos. Pienso que esto será el corazón de su discurso, porque la cuestión de la sinodalidad es sistémica, es decir, va a tocar a todas las partes de la vida de la Iglesia.
Cómo debe escuchar y acercarse la Iglesia a los jóvenes de hoy?
El tema fundamental desde el punto de vista bíblico en el Sínodo es el relato de Emaús, donde el primer paso no es la afirmación y sí la pregunta. Donde la pregunta se abre a la escucha y donde la escucha, cuando es empática, toca al que escucha y cambia su corazón. La verificación de una verdadera escucha es el cambio de corazón. Un padre sinodal utilizó la imagen de la sirofenicia que se acerca a Jesús [le pide que cure a su hija y Él la rechaza. Ella insiste y al ver su fe le concede lo que solicita]. Al escucharla, cambió su postura, la palabra lo puso en movimiento. Cuando la Iglesia escucha a los jóvenes se pone en movimiento, en un camino de conversión.
¿Cuál es la línea que seguir de cara al futuro en la pastoral juvenil?
Diría tres cosas. La primera, hay que recuperar la proximidad con el mundo de los jóvenes. En segundo lugar, tenemos que repensar el cristianismo a partir de la dimensión vocacional y, por tanto, de la personalización de la vida de fe. Y por último, recuperar el dinamismo juvenil de la Iglesia.
No ha concluido el camino sinodal y ya se avecina otro sínodo… ¿No es un riesgo que haya tantos temas abiertos?
Una de las posibles críticas que se han hecho en estos años es que los sínodos están muy cerca unos de otros. Y tiene una motivación lógica, pues cuando se convocó el Sínodo de los jóvenes muchas comunidades estaban implicadas en la recepción del Sínodo sobre la familia. Ahora aparece en el horizonte el del Amazonas, aunque el tema del medio ambiente es uno de los temas que han salido en el Sínodo de los jóvenes, que es el de la ecología integral.
Fuente: Alfa y Omega