Así titula el Papa Francisco su Mensaje para la II Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, instituida por él en 2015, para aunar las oraciones de la Iglesia católica con las de los hermanos y hermanas ortodoxos y las de otras Comunidades cristianas. El Santo Padre señala que: «los Cristianos y los no cristianos, las personas de fe y de buena voluntad, hemos de estar unidos en demostrar misericordia con nuestra casa común ―la tierra― y valorizar plenamente el mundo en el cual vivimos como lugar del compartir y de comunión».
«La tierra grita…» «…porque hemos pecado». «Examen de conciencia y arrepentimiento». «Cambiar de ruta». «Una nueva obra de misericordia». «En conclusión, oremos»
Son los cinco puntos del denso mensaje pontificio, fechado el 1º de septiembre de 2016, día de esta celebración
En el primero, «La tierra grita…», el Papa escribe:
«Con este Mensaje, renuevo el diálogo con «toda persona que vive en este planeta» respecto a los sufrimientos que afligen a los pobres y la devastación del medio ambiente. Dios nos hizo el don de un jardín exuberante, pero lo estamos convirtiendo en una superficie contaminada de «escombros, desiertos y suciedad» (Laudato si’, 161)». Y reitera que «no podemos rendirnos o ser indiferentes a la pérdida de la biodiversidad y a la destrucción de los ecosistemas, a menudo provocados por nuestros comportamientos irresponsables y egoístas».
Ante el calentamiento de nuestro el planeta «en parte a causa de la actividad humana: el 2015 ha sido el año más caluroso jamás registrado y probablemente el 2016 lo será aún más». Y las consecuencias como «sequía, inundaciones, incendios y fenómenos meteorológicos extremos cada vez más graves», el Papa hace hincapié en que «los cambios climáticos contribuyen también a la dolorosa crisis de los emigrantes forzosos. Los pobres del mundo, que son los menos responsables de los cambios climáticos, son los más vulnerables y sufren ya los efectos».
E invita a escuchar «tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres» (ibíd., 49), y a tratar de «comprender atentamente cómo poder asegurar una respuesta adecuada y oportuna».
En el segundo punto «…porque hemos pecado», el Sucesor de Pedro recuerda que «con valentía, el querido Patriarca Bartolomé, repetidamente y proféticamente, ha puesto de manifiesto nuestros pecados contra la creación».
«Que el Jubileo de la Misericordia pueda llamar de nuevo a los fieles cristianos «a una profunda conversión interior» (Laudato si’, 217), sostenida particularmente por el sacramento de la Penitencia», desea el Papa Francisco, con el anhelo de que «en este Año Jubilar, aprendamos a buscar la misericordia de Dios por los pecados cometidos contra la creación, que hasta ahora no hemos sabido reconocer ni confesar; y comprometámonos a realizar pasos concretos en el camino de la conversión ecológica, que pide una clara toma de conciencia de nuestra responsabilidad con nosotros mismos, con el prójimo, con la creación y con el creador (cf. ibíd., 10; 229)».
Examen de conciencia y arrepentimiento. Es el tercer punto del Mensaje del Papa Francisco
«En el 2000, también un Año jubilar, mi predecesor «San Juan Pablo II invitó a los católicos a arrepentirse por la intolerancia religiosa pasada y presente, así como por las injusticias cometidas contra los hebreos, las mujeres, los pueblos indígenas, los inmigrantes, los pobres y los no nacidos», recuerda el Papa Bergoglio, que añade su invitación, para el «Jubileo Extraordinario de la Misericordia». Y escribe: «invito a cada uno a hacer lo mismo. Como personas acostumbradas a estilos de vida inducidos por una malentendida cultura del bienestar o por un «deseo desordenado de consumir más de lo que realmente se necesita» (ibíd., 123), y como partícipes de un sistema que «ha impuesto la lógica de las ganancias a cualquier costo sin pensar en la exclusión social o la destrucción de la naturaleza», arrepintámonos del mal que estamos haciendo a nuestra casa común».
En el cuarto punto de su Mensaje: «Cambiar de ruta», el Papa destaca la importancia del firme propósito de cambio de vida
Exhorta a comportamientos concretos más respetuosos con la creación, como, por ejemplo, hacer un «uso prudente del plástico y del papel, no desperdiciar el agua, la comida y la energía eléctrica, diferenciar los residuos, tratar con cuidado a los otros seres vivos, utilizar el transporte público y compartir el mismo vehículo entre varias personas, entre otras cosas (cf. Laudado si’, 211)».
Recuerda la responsabilidad de la economía y la política, la sociedad y la cultura, que «no pueden estar dominadas por una mentalidad del corto plazo y de la búsqueda de un inmediato provecho financiero o electoral. Por el contrario, éstas deben ser urgentemente reorientadas hacia el bien común, que incluye la sostenibilidad y el cuidado de la creación».
Y señala que «un caso concreto es el de la «deuda ecológica» entre el norte y el sur del mundo (cf. ibíd., 51-52). Su restitución haría necesario que se tomase cuidado de la naturaleza de los países más pobres, proporcionándoles recursos financiaros y asistencia técnica que les ayuden a gestionar las consecuencias de los cambios climáticos y a promover el desarrollo sostenible».
Con satisfacción ante la aprobación de los Objetivos del Desarrollo Sostenible y del Acuerdo de París sobre los cambios climáticos, el Papa señala que «ahora los Gobiernos tienen el deber de respetar los compromisos que han asumido, mientras las empresas deben hacer responsablemente su parte, y corresponde a los ciudadanos exigir que esto se realice, es más, que se mire a objetivos cada vez más ambiciosos».
«Una nueva obra de misericordia», es el quinto punto del Mensaje del Papa
«Me permito proponer un complemento a las dos listas tradicionales de siete obras de misericordia, añadiendo a cada una el cuidado de la casa común» – escribe Francisco y añade:
«Como obra de misericordia espiritual, el cuidado de la casa común precisa «la contemplación agradecida del mundo» (Laudato si’, 214) que «nos permite descubrir a través de cada cosa alguna enseñanza que Dios nos quiere transmitir» (ibíd., 85). Como obra de misericordia corporal, el cuidado de la casa común, necesita «simples gestos cotidianos donde rompemos la lógica de la violencia, del aprovechamiento, del egoísmo […] y se manifiesta en todas las acciones que procuran construir un mundo mejor» (ibíd., 230-231)».
En conclusión, oremos. Es el sexto y último punto del Mensaje del Papa Francisco
«A pesar de nuestros pecados y los tremendos desafíos que tenemos delante, no perdamos la esperanza: «El Creador no nos abandona, nunca hizo marcha atrás en su proyecto de amor, no se arrepiente de habernos creado […] porque se ha unido definitivamente a nuestra tierra, y su amor siempre nos lleva a encontrar nuevos caminos» (ibíd., 13;245). El 1 de septiembre en particular, y después durante el resto del año, recemos:
«Oh Dios de los pobres, ayúdanos a rescatar a los abandonados y a los olvidados de esta tierra que son tan valiosos a tus ojos. […] Dios de amor, muéstranos nuestro lugar en este mundo como instrumentos de tu cariño por todos los seres de esta tierra (ibíd., 246). Dios de Misericordia, concédenos recibir tu perdón y transmitir tu misericordia en toda nuestra casa común.