Mundo Salesiano

La economía solidaria, base del trabajo de los misioneros salesianos en Salinas

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Desde 1970, el pueblo de Salinas, en la provincia ecuatoriana de Bolívar, apostó por el cooperativismo como forma efectiva y democrática de enfrentarse la pobreza y a la marginación gracias a la misión salesiana y al apoyo de la Iglesia en la figura de monseñor Cándido Rada.

Salinas pasó, lentamente, de ser un pueblo sin ninguna cultura organizativa y que sobrevivía gracias a la producción de sal, a convertirse en un pueblo organizado y agroindustrial, un referente para la provincia y el país. El pasado 26 de noviembre, el misionero salesiano Antonio Polo recibía el XXV Premio Internacional Txemi Cantera por su trabajo en favor de la economía social y local en Salinas, otorgado por la Agrupación de Sociedades Laborales de Euskadi.

Lisa North, investigadora de la Universidad de York, en su estudio sobre Salinas la definía como una de las zonas más pobres de Ecuador, con niveles muy altos de analfabetismo, desnutrición y mortalidad infantil. En 1970, uno de cada dos niños nacidos en Salinas fallecía antes de alcanzar la edad adulta. Con la llegada de los Salesianos, encabezados por el padre Polo comenzó la creación de empleo a través de actividades agropecuarias para poder superar la pobreza. Poco a poco se fueron desarrollando no sólo actividades de transformación de los productos naturales y de los productos de cultivo sino que se fue mejorando, mediante el esfuerzo colectivo, la forma de vida: casas, servicios básicos y la escolarización de los menores. “Salinas tiene que volar en constante equilibrio entre economía y solidaridad”, sostiene el Padre Antonio Polo.

El desarrollo de Salinas está basado en los principios del cooperativismo y la economía solidaria. Los pilares fundamentales de la comunidad son: contar con un grupo humano organizado para la producción comunitaria, otorgar créditos productivos a bajo coste, no repartir utilidades individuales, la colaboración colectiva y la rendición de cuentas puntual y permanente.

El trabajo salesiano en Salinas, mano a mano con sus habitantes, ha llevado a desarrollar diversas unidades productivas y de servicios, como son: confitería, infusiones y aceites esenciales, un centro de capacitación, una granja ecológica, diversas queserías, invernaderos, centros de cerámica y manualidades, manufactura de alimentos basados en la soja, hogares indígenas, emisoras de radio comunitarias, puestos de salud, secadora de hongos, un molino y fábrica de fideos, un pinar comunitario, una oficina de turismo, un hotel con un auditorio, una caja de ahorros y crédito, y productoras de artesanías de lana de oveja y alpaca, así como de tintes vegetales.

El misionero salesiano Antonio Polo definía así su labor: “Solidaridad no significa mirar sólo adelante, sino cuidar también de personas y comunidades que, por cualquier razón, se están quedando atrás; significa caminar con actividades y personas que no rinden económicamente, dedicando todo el esfuerzo posible para que él que no camina pueda, en lugar de ser condenado, escuchar una palabra efectiva de ayuda: ¡Levántate y anda!”

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