VATICANO, 22 Nov. 10 / 09:03 am (ACI) .
En una nota dada conocer hoy, el Director de la Sala de Prensa de la Santa Sede, P. Federico Lombardi, explicó que el Papa Benedicto XVI no ha cambiado la visión católica sobre el uso del preservativo. Éste, reiteró, no resuelve el problema del SIDA: lo que debe hacerse es trabajar por erradicar la banalización de la sexualidad para humanizarla.
En el texto que responde a diversas tergiversaciones de los medios de comunicación que informaron erróneamente que el Papa habría “aceptado el condón” en el libro-entrevista “Luz del mundo”, de Peter Seewald, que será presentado este martes 23 de noviembre en el Vaticano, el P. Lombardi explica que el lo dicho por el Papa aparece en el capítulo 10 del citado libro, al responder algunas preguntas sobre la lucha contra el SIDA y el preservativo, a raíz de lo dicho en el viaje a África en 2009.
En aquella oportunidad Benedicto XVI expresó claramente, siendo también tergiversado por los medios, que el SIDA no se resuelve con el preservativo sino con la humanización de la sexualidad y una cercanía especial a quienes sufren.
La nota del P. Lombardi señala que en esta ocasión “el Papa reivindica claramente que él entonces (en el viaje a África) no había querido tomar una posición sobre el problema de los preservativos en general, sino que había querido afirmar con fuerza que el problema del SIDA no puede resolverse con la sola distribución de preservativos, porque es necesario hacer mucho más: prevenir, ayudar, aconsejar, estar cercano a las personas, ya sea para que no se enfermen o en el caso de que ya estén enfermas”.
Seguidamente señala que “el Papa observa que también en el ámbito no eclesial se ha desarrollado una conciencia análoga, como aparece en la llama teoría ABC (Abstinencia, fidelidad, condones) en la que los primeros dos elementos (abstinencia y fidelidad) son mucho más determinantes y fundamentales para la lucha contra el SIDA, mientras que el preservativo aparece en último lugar como escapatoria, cuando faltan las otras dos. Debe entonces quedar claro que el preservativo no es la solución al problema“.
“El Papa extiende luego la mirada e insiste en el hecho de que concentrarse solo en el preservativo equivale a banalizar la sexualidad, que pierde su significado como expresión de amor entre personas y se convierte en una especie de ‘droga’. Luchar contra la banalización de la sexualidad es ‘parte del gran esfuerzo para que la sexualidad sea valorada positivamente y pueda ejercer su efecto positivo sobre el ser humano en su totalidad’”, prosigue.
El sacerdote indica además que “a la luz de esta visión amplia y profunda de la sexualidad humana y de su problemática hodierna, el Papa reafirma que ‘naturalmente la Iglesia no considera los preservativos como la solución auténtica y moral’ del problema del SIDA”.
Con esto, añade, “el Papa no reforma o cambia la enseñanza de la Iglesia, sino que la reafirma colocándose en la perspectiva del valor y la dignidad de la sexualidad humana como expresión de amor y responsabilidad”.
Al mismo tiempo, continúa el vocero vaticano, “el Papa considera una situación excepcional en la que el ejercicio de la sexualidad representa un verdadero riesgo para la vida del otro. En ese caso, el Papa no justifica moralmente el ejercicio desordenado de la sexualidad, sino que considera que el uso del preservativo para disminuir el peligro de contagio es ‘un primer acto de responsabilidad’, ‘un primer paso hacia el camino de una sexualidad más humana’, tomando en cuenta que no usarlo expone al otro a arriesgar la vida”.
“Así, el razonamiento del Papa no puede definirse como un cambio revolucionario” precisa.
Muchos teólogos morales y destacadas personalidades eclesiásticas, dice luego el P. Lombardi, “han sostenido y sostienen posiciones análogas. Es cierto sin embargo que no las habíamos escuchado con tanta claridad de la boca de un Papa, aunque dichas en forma coloquial y no magisterial“.
Finalmente la nota señala que el Papa Benedicto XVI “nos da entonces con coraje una contribución importante de clarificación y profundización sobre un asunto largamente debatido. Es una contribución original, porque por una parte tiene fidelidad a los principios morales y demuestra lucidez en el rechazo a un camino ilusorio como la ‘confianza en el preservativo’. De otro lado, sin embargo, manifiesta una visión integral y con visión de futuro, atenta a descubrir pequeños pasos –aún solo iniciales y todavía confusos– de una humanidad espiritual y culturalmente, y con frecuencia, pobrísima, hacia un ejercicio más humano y responsable de la sexualidad”