Desde 1984, por voluntad de San Juan Pablo II, la Fundación ha sido confiada al Consejo Pontificio Cor Unum, cuyas competencias han sido absorbidas por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, en cuyo Consejo de Administración participa el Prefecto del Dicasterio, el Cardenal Peter Turkson.
Durante la reunión, también se pedirá al Consejo de Administración que examine los proyectos que estén a la espera de financiación. Se han presentado un total de 125 proyectos para 2018.
Los miembros del Consejo de Administración son: Monseñor Lucas Kalfa Sanou, Obispo de Banfora, Burkina Faso, Presidente; Monseñor Paul Abel Mamba, Obispo de Ziguinchor, Senegal, Vicepresidente; Monseñor Martin Albert Happe, Obispo de Nouakchott, Mauritania, Tesorero; Monseñor Ambroise Ouédraogo, Obispo de Maradi, Níger; Monseñor Ildo Augusto dos Santos Lopes Fortes, Obispo de Mindelo, Cabo Verde; Monseñor Martin Waïngue Bani, Obispo de Doba, Chad; Monseñor Gabriel Mendy, Obispo de Banjul, Gambia; Monseñor José Câmnate na Bissign, Obispo de Bissau, Guinea Bissau y Monseñor Augustin Traoré, Obispo de Segou, Mali.
La zona del Sahel es una de las más pobres del mundo, afectada por frecuentes crisis climáticas y alimentarias y, en los últimos años, se ha convertido en uno de los principales campos de entrenamiento de grupos terroristas.
Según la última actualización del Índice de Desarrollo Humano 2018, entre los últimos veinte países de la clasificación diecinueve pertenecen a África y, de ellos, seis están situados en la zona comprendida entre el Océano Atlántico y el Mar Rojo, al sur del desierto del Sahara.
En nombre del Santo Padre, y con la colaboración de la Iglesia y de las comunidades locales, la Fundación lleva a cabo proyectos contra la desertificación en el sector medioambiental, en la gestión y desarrollo de la agricultura y la ganadería, en las plantas de bombeo de agua, en la mejora del acceso al agua potable para todos y en las energías renovables. También forma a personal técnico especializado que puede servir a su país.
Con el tiempo, la Fundación también se ha convertido en un instrumento de diálogo interreligioso. En efecto, la mayoría de los beneficiarios pertenecen a la religión musulmana. Y en el último año, por primera vez, se presentaron proyectos sobre el tema de la migración, con el fin de ofrecer, especialmente a los jóvenes, alternativas concretas centradas en la formación y en la generación de fuentes de ingresos.
Asimismo cabe destacar que todas las actividades se llevan a cabo en favor del desarrollo humano integral de las comunidades de los países miembros de la propia Fundación (Burkina Faso, Cabo Verde, Gambia, Guinea Bissau, Malí, Mauritania, Níger, Senegal y Chad. Y entre los principales partidarios y colaboradores en la implementación de la ayuda se encuentran, en particular, la Conferencia Episcopal Italiana, la Conferencia Episcopal Alemana y la Arquidiócesis de Múnich.
Fuente: Vatican News