(ANS – Roma) – Publicamos a continuación la primera parte de una entrevista con don Francesco Cereda, Consejero General para la Formación, sobre la identidad y la especificidad del salesiano sacerdote.
¿En qué consiste la identidad del salesiano sacerdote?
Antes de esto, es importante reconocer que en la congregación todos tienen una vocación común, que es la vida consagrada salesiana. Hemos sido elegidos, llamados y consagrados para dar el primer puesto a Dios en nuestra vida, para seguir al Señor Jesús, obediente, pobre y casto, y para ser disponibles al Espíritu; para dedicarnos totalmente a los jóvenes; para vivir la fraternidad en la comunidad. Esto es lo que nos hace testigos de la radicalidad evangélica, buscadores de Dios y discípulos de Cristo en el Espíritu; educadores y pastores de los jóvenes animados por la caridad pastoral; insertos en la Iglesia, abiertos al diálogo con la historia y con la realidad.
El salesiano sacerdote, entonces, une en sí los dones de la consagración salesiana y los del ministerio pastoral, de modo que es la consagración salesiana la que determina la forma original de su ser sacerdote y el ejercicio de su ministerio. Como signo sacramental de Cristo Buen Pastor, de quien toma su caridad pastoral, busca “salvar” a los jóvenes, trabajando con su comunidad para animar una comunidad educativa pastoral y una presencia viva en el territorio.
En particular, ¿cuáles son las formas del ministerio del salesiano sacerdote?
Su aporte específico radica en su triple ministerio. A través del ministerio de la Palabra, que lleva la palabra de Cristo en las más diversas situaciones y en distintas formas de predicación y de catequesis, de ayuda, consejo e iluminación de la experiencia de los jóvenes, de orientación de los proyectos y de las obras.
Su servicio de santificación tiene diversas expresiones de realización, pero el momento más significativo y fructífero consiste en el servicio de iniciación a la vida en Cristo, en la oración litúrgica y la celebración de los sacramentos, especialmente de la Eucaristía y de la Reconciliación.
Su acción de animación y de guía está toda puesta al servicio de unidad y de participación de los diversos componentes de la comunidad: la salesiana, la educativa pastoral, los grupos juveniles, de laicos y de la Familia Salesiana.