(ANS – Roma) – La Cuaresma ofrece “la oportunidad de reflexionar sobre el corazón de la vida cristiana: la caridad. En efecto, este es un tiempo propicio para que, con la ayuda de la Palabra de Dios y de los Sacramentos, renovemos nuestro camino de fe, tanto personal como comunitario. Se trata de un itinerario marcado por la oración y el compartir, por el silencio y el ayuno, en espera de vivir la alegría pascual”. El mensaje de Benedetto XVI para la Cuaresma 2012 si fundamenta en la tercera virtud teologal – la caridad – y se desarrolla en tres aspectos de la vida cristiana; la atención al otro, la reciprocidad y la santidad personal.
El padre Pierluigi Cameroni, Postulador General para las Causas de los Santos de la Familia Salesiana, ofrece una síntesis del mensaje del Papa que este año acompaña el versículo de la carta a los Hebreos: “«Fijémonos los unos en los otros para estímulo de la caridad y las buenas obras» (10,24).
Fijarnos en el hermano: la mirada sobre Jesús nos empuja a fijarnos en los demás, a cuidar de nuestros hermanos. El espíritu de familia se vive y se nutre a través de la calidad de las relaciones fraternas. La indiferencia, el desinterés, el corazón endurecido están siempre al acecho. La fraternidad hecha de atención, compasión y misericordia hace respirar las comunidades y se convierte en un signo de esperanza para aquellos que se acercan. Un comportamiento concreto y frecuentemente ausente es la práctica de la corrección fraterna, que el papa invita a descubrir en la perspectiva de una salud espiritual, de la salvación de las almas. Típica de las comunidades religiosas pero aplicable a cualquier realidad cristiana, la “corrección fraterna” es una actitud no fácil, que exige una confianza reciproca, además del coraje y la humildad. Para nuestras comunidades tales prácticas pueden ser una ayuda con vista a nuestra responsabilidad vocacional, para evitar los abandonos y la fragilidad y consolidar la elección hecha. Para contrastar el individualismo egoísta y la indiferencia “es un gran servicio ayudar y dejarse ayudar a leer con verdad dentro de uno mismo, para mejorar nuestra vida y caminar cada vez más rectamente por los caminos del Señor”.
El don de la reciprocidad: la comunión eucarística y fraterna se abre a la relación con los demás. “Nuestra existencia está relacionada con la de los demás, tanto en el bien como en el mal; tanto el pecado como las obras de caridad tienen también una dimensión social”. Expresión concreta de esta reciprocidad es el hacer penitencia y pedir perdón por los pecados de los miembros de la comunidad y alegrarse por las maravillas que el Señor realiza en los hermanos. Existe una solidaridad profunda que nos une como miembros de un mismo cuerpo. El saber pedir perdón y el conocer el bien de los hermanos ayuda a establecer relaciones auténticas y a construir comunidades evangélicamente creíbles.
Caminar juntos en la santidad: estamos llamados a crecer día a día en la vida espiritual hacia la plena madurez en Cristo. Para vencer la tentación de la apatía valoramos conscientemente, en la imitación y la oración la riqueza de la santidad germinada en el camino de Don Bosco. “La sabiduría de la Iglesia en el reconocer y proclamar las bienaventuranzas y la santidad de algunos cristianos ejemplares, tiene como finalidad suscitar el deseo de imitar sus virtudes”.
“El testimonio de tantos hermanos y hermanas de la Familia Salesiana – dice el padre Cameroni – que vivieron con radicalidad la séquela de Jesús y fueron hombres y mujeres de comunión, como Madre María Troncatti, FMA, del cual se avecina la beatificación y Nino Baglieri, Voluntario con Don Bosco, del cual se iniciará la causa, son motivo de felicidad y de gloria y juntos en estímulo para una santidad compartida”.