(ANS – Lima) – Las imágenes de los miles de venezolanos que recorrían hace algunas semanas miles de kilómetros para llegar a Colombia, Ecuador, Perú, con un poco de ropa y con dos hijos en los brazos, con el hambre y la sed, son impactantes. Ahora, el coronavirus ha vuelto a destruir doblemente a los pobres. “El único problema es la comida”, han declarado a la BBC Mundo, el motivo por el cual miles de migrantes venezolanos deciden volver a pie a su país pese a la crisis. En Magdalena del Mar, Lima, los salesianos, continúan apoyando a los “jóvenes migrantes y refugiados del Venezuela”.
La Casa de Acogida Don Bosco, ubicada en el distrito de Magdalena acoge 50 jóvenes entre 18 y 25 años migrantes de nacionalidad venezolana. La experiencia pastoral se encuentra a cargo del P. José Valdivia, SDB quien combina su labor de ecónomo inspectorial con la dirección de la casa y que han tenido que enfrentar la situación de cuarentena de manera creativa y dinámica.
Muchos de los jóvenes han llegado al Perú con la finalidad de trabajar y enviar dinero a sus familias, pero la pandemia los tiene más preocupados, los tienen en zozobra de no poder “enviar algunas monedas” a Venezuela.
“Los jóvenes se encuentra cuidados y a pesar de la preocupación, están cumpliendo la norma de quedarse en casa, aunque algunos se encuentran un poco deprimidos”, describe Naudy, uno de los educadores. El P. Valdivia, luego de atender la Economía Inspectorial, se traslada a Magdalena del Mar para estar con los jóvenes, conversar con ellos, compartir y rezar juntos.
Para que los más de cien jóvenes puedan vivir un “encierro” con serenidad y tranquilidad han organizado el campeonato de fulbito denominado “Don Bosco VENCE al CoronaVirus19”.
También nació de los mismos jóvenes preparar “Bolsas Salvadoras” y ofrecerlas a familias de migrantes venezolanos que no tienen nada.
“Sabemos y nos percatamos lo bueno que es Dios con nosotros -comenta un Javier –tenemos dónde dormir y algo para comer, lo menos que podemos hacer es compartirlo con quien lo necesita”.
“Una noche hemos reflexionado sobre la cita de Deuteronomio 10, 17-18. Nos pasamos casi tres horas hablando sobre lo que decía Moisés al pueblo de Israel, que Dios es grande, poderoso y temible y muestra su amor al extranjero dándole pan y vestido – nos cuenta el P. Valdivia – Aquella noche sentí la fuerza del espíritu de Don Bosco en cada joven. Aquella noche nos pasamos preparando bolsas de alimentos para los más pobres que repartimos al día siguiente”.