“Así como tú, yo también tengo derecho a vivir”
En los tiempos en que vivimos existe una creciente sensibilidad para los derechos, que deben ser promovidos y respetados por todos y en todos los seres humanos, independientemente de las condiciones o circunstancias que rodeen su vida.
“Así como tú, yo también tengo derecho a vivir”. Hoy estas palabras las pronuncia el más indefenso de los seres humanos, el concebido, el niño por nacer. Y las dirige al Estado, que bajo ciertas circunstancias cree que debe despenalizar el aborto; a los movimientos antivida, que bajo supuestos derechos sexuales y reproductivos creen que debe reconocerse a las mujeres el “derecho a abortar”; a todas a aquellas personas que por indiferencia o negligencia aprueban la despenalización o la legalización del aborto. Finalmente, las dirige a su propia madre, aquella que es la última depositaria de su esperanza de no ser eliminado y así poder nacer y vivir.
Como una expresión de que somos un pueblo culturalmente abierto a la vida, el 25 de marzo de cada año se celebra en nuestro país el Día del Niño por Nacer, en cumplimiento de la Ley N° 27654 dada por el Congreso de la República en el año 2002, con base en la Constitución Política del Perú, que señala que toda persona tiene derecho a la vida, a su identidad, a su integridad moral, psíquica y física y a su libre desarrollo y bienestar, y que el concebido es sujeto de derecho en todo cuanto le favorece (Art. 2,1).
Por otra parte, como creyentes en Cristo debemos “de modo particular, defender y promover este derecho (a la vida), conscientes de la maravillosa verdad recordada por el Concilio Vaticano II: « El Hijo de Dios, con su encarnación, se ha unido, en cierto modo, con todo hombre ». En efecto, en este acontecimiento salvífico se revela a la humanidad no sólo el amor infinito de Dios que « tanto amó al mundo que dio a su Hijo único » (Jn 3, 16), sino también el valor incomparable de cada persona humana” (Evangeluim Vitae 2).
La Iglesia y el Estado de Derecho coinciden plenamente en el respeto irrestricto a la vida de toda persona humana. Pero no sólo eso, sino también en su promoción.
Como peruanos y como católicos roguemos a Dios junto con el Santo Padre Benedicto XVI: «Despierta en nosotros el respeto por toda vida humana naciente, haciéndonos capaces de apreciar en el fruto del vientre materno la admirable obra del Creador, dispón nuestros corazones a la generosa acogida de todo niño ante la vida. […] Acompaña con la luz de tu Espíritu las decisiones de las asambleas legislativas, para que los pueblos y las naciones reconozcan y respeten la sacralidad de la vida, de toda vida humana». (Vísperas del I Domingo de Advientos 2010).
COMISIÓN EPISCOPAL DE FAMILIA Y VIDA – CONFERENCIA EPISCOPAL PERUANA