Toda la Iglesia celebra hoy a la Madre de Dios reconociendo en Ella un privilegio particular que le concedió Dios en previsión de la Encarnación de su Hijo Nuestro Señor Jesucristo. María fue concebida a la vida sin pecado original y vivió su recorrido histórico en pleno y continuo ejercicio del bien y rechazo del mal.
Esta mañana en San Pedro, el papa Benedicto XVI durante el Angelus por la Inmaculada ha afirmado: “El corazón del hombre está enfermo y herido y para sanar necesita del plan de salvación de Dios. Lamnetablemente, cada día hacemos experiencia del mal, que se manifiesta de muchas maneras, en las reacciones, en los acontecimientos, pero que en su raíz reside en el corazón del hombre, un corazón herido, enfermo, e incapaz de sanarse por sí solo”.
A la luz de la Sagrada Escritura se nos revela que al origen de todo mal está la desobediencia a la voluntad de Dios, y que la muerte ha adquirido poder porque la libertad humana cedió a la tentación del Maligno, prosiguió en su alocución el Santo Padre.
Y sin embargo, Dios no desconoce su designio de amor y de vida: a través de un largo y paciente camino de reconciliación ha preparado la alianza nueva y eterna, sellada en la sangre de su Hijo, que para ofrecerse a sí mismo en expiación “ha nacido de una mujer”, esta mujer, La Virgen María, ha experimentado con anticipación el beneficio de la muerte redentora de su Hijo y desde su concepción fue preservada del contagio de la culpa.
“Por ello – explicó todavía el Pontífice- con su corazón inmaculado, Ella nos dice: entréguense a Jesús, Él los salvará“
. Luego de su alocución añadió unas palabras relacionadas a su visita a la Plaza España de Roma: “Queridos amigos, hoy en la tarde renovaré el tradicional homenaje a la Virgen Inmaculada, ante el monumento dedicado a Ella en Plaza España. Con este gesto de devoción me hago intérprete del amor de los fieles de Roma y del mundo entero por la Madre que Cristo nos ha donado. A su intercesión confío las necesidades más urgentes de la Iglesia y del mundo. Ella nos ayude a tener fe en Dios, a creer en su Palabra, y a rechazar siempre el mal y elegir el bien”.
Los salesianos recordamos con gratitud el inicio de la Obra Salesiana en ese diálogo eterno entre Don Bosco y Bartolomé Garelli un 8 de Diciembre del 1841. Sigue siendo un paradigma para todo relanzamiento educativo y pastoral de los diferentes grupos de la Familia Salesiana.