Celebrando la Eucaristía, cuatro hermanos salesianos se entregaron a la vida consagrada salesiana mediante la Profesión Perpetua. La celebración fue presidida por el Inspector de los Salesianos del Perú, Padre Santo Dal Ben Lava y concelebrada por más de 30 salesianos sacerdotes en el templo de la Parroquia Sagrado Corazón de Jesús de Magdalena del Mar.
A la ceremonia, realizada el sábado 8 de enero, asistieron familiares y amistades de los flamantes profesos perpetuos: Juan Carlos Cárdenas, Winer Cheqqera, Samuel Zamalloa y Luis Enrique Zevallos, los mismos que fueron presentados por sus formadores ante la asamblea participante.
Los profesos provienen de zonas donde se tiene presencia salesiana como son las misiones altoandinas del Cusco (Calca-Quebrada Honda-Monte Salvado) y de Chosica. Tres de ellos cursan el 2do año de Teología en Bogotá Colombia, mientras que Winer Cheqqera recibió formación específica como Salesiano Coadjutor en CRESCO – Guatemala hasta el 2010.
Durante su homilía el Padre Inspector expresó que la profesión religiosa se configura como una total entrega a Dios. “Es una entrega sin reserva, que no tiene en cuenta los costos, ni los lugares ni los tiempos”. Allí donde hay un joven que necesita de Cristo, allí está el corazón salesiano, afirmó. Por otro lado exhortó a los profesos a que vivan con coherencia, apasionamiento, radicalidad y alegría su vida religiosa.
Durante la celebración los hermanos profesos recibieron del Inspector un cirio encendido que lleva inscrito el año de su profesión. Acto seguido cada uno expresó, ante el auditorio y sus testigos, su juramento de ofrecer su vida para siempre como hijos de Don Bosco al servicio de la Iglesia y de la Congregación Salesiana por la triple fórmula de los profesar los consejos evangélicos de obediencia, castidad y pobreza; la vida fraterna en comunidad de espíritu y de acción, así como la dedicación al apostolado entre los jóvenes.
A nombre de los profesos perpetuos, Juan Carlos Cárdenas agradeció la cercanía de sus hermanos que lo acompañaron en su camino formativo como salesiano y por todo lo que significa su consagración perpetua. Un agradecimiento especial lo expresó a las respectivas familias en las se acunaron los inicios de la vida de fe, del testimonio del servicio y de la entrega generosa.
Al final de la ceremonia el Padre Inspector agradeció a las familias de los profesos por haber entregado a sus hijos al servicio de Dios y de la Iglesia. Destacó que ello no significa que los hayan perdido, por el contrario aseguró que para los Salesianos es fundamental el contacto y el cariño con las familias, e hizo referencia a Don Bosco quien decía que cuando se entrega un hijo al Señor, es el mismo Señor quien ocupa el lugar del hijo dentro de la familia.
El testimonio de estos hermanos pone de manifiesto la validez de la radicalidad del evangelio de Jesucristo y de la vida consagrada para bien y santidad de la Iglesia y de la sociedad. Seguidamente se compartió el almuerzo ofrecido por la Casa de Formación en un clima de fraternidad y de clara familiaridad.