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Papa: El sacerdote abre las puertas al futuro de Dios para el mundo

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El gran problema del cristianismo en el mundo de hoy es que ya no se piensa en el futuro de Dios: parece suficiente sólo el presente de este mundo. Queremos tener sólo este mundo, vivir sólo en este mundo. Así cerramos la puerta a la verdadera grandeza de nuestra existencia. El significado del celibato como una anticipación del futuro es justo abrir estas puertas, hacer más grande el mundo, mostrar la realidad del futuro que ya es vivida por nosotros como presente (…)

Puede sorprender en cierto sentido, esta crítica permanente contra el celibato, en un tiempo en el cada vez más está de moda no casarse. Pero esto de no casarse es algo totalmente, fundamentalmente diferente del celibato, porque el no casarse está basado en la voluntad de vivir sólo para sí mismos, de no aceptar ningún vínculo definitivo, de vivir cada momento de la vida en plena autonomía, decidir en cualquier momento qué cosa hacer, qué tomar de la vida. Es por tanto un “no” al vínculo, un “no” a lo definitivo, tener la vida sólo para sí mismos. Mientras el celibato es lo contrario: es un “sí” definitivo, es dejarse tomar de la mano de Dios, entregarse a la manos del Señor, en su “yo”, y por tanto, un acto de fidelidad y confianza, un acto que supone también la fidelidad en el matrimonio. Es justo lo contrario de este “no”, de esta autonomía que no quiere obligarse, que no quiere entrar en un vínculo; es justo el “sí” definitivo lo que confirma el “sí” definitivo del matrimonio. Y este matrimonio es la forma bíblica, la forma natural de ser hombre y mujer, fundamento de la gran cultura cristiana, de las grandes culturas del mundo. Si esto desaparece, se destruye la raíz de nuestra cultura. Por esto, el celibato confirma el “sí” del matrimonio con su “sí” al mundo del futuro, y así queremos continuar adelante y revelar el escándalo de una fe que pone toda la existencia en Dios. Sabemos que junto a este gran escándalo que el mundo no quiere ver, están también los escándalos secundarios de nuestras insuficiencias, de nuestros pecados, que oscurecen el verdadero y gran escándalo, que hacen pensar: “¡Pero no viven realmente en el fundamento de Dios!”. Sin embargo, hay mucha fidelidad. El celibato -las críticas lo demuestran-, es un gran signo de la fe, de la presencia de Dios en el mundo. ¡Roguemos al Señor para que nos ayude a liberarnos de los escándalos secundarios, para que se revele el gran escándalo de nuestra fe, de la confianza, de la fuerza de nuestra vida que se funda en Dios y en Cristo!.

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